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Post Info TOPIC: Cronicaz de la dracolaz


Alcolico Compulsivo

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Cronicaz de la dracolaz


Poz na, zolo postea una hiztoria pa q ze rian un poquillo. Intentare ablala norma

Capítulo 1: El Comienzo


La presión era insoportable. No sabía si podría soportarlo mucho más. Su rostro desencajado era revelador del enorme esfuerzo que estaba realizando. A pesar de ser un enano, recio y acostumbrado a lidiar con las peores situaciones, no parecía tener todas consigo de salir triunfante. Entonces, finalmente lo consiguió. Un sonido como el de un trueno en plena furiosa tempestad perturbó la paz del bosque, seguido del inequívoco sonido de......... ¿mierda cayendo sobre hojas muertas? Pues sí. Tras varios días de atasco, el aguerrido enano había sido capaz de liberar sus tripas, aunque el esfuerzo había sido agotador.

- Sólo un enano es capaz de desprender semejante fetidez al hacer sus necesidades.- dijo de repente una misteriosa voz.

El enano, aún con el culo al aire se giró para agarrar su hacha de batalla.

- Si vas a presentar batalla al menos podrías subirte los pantalones. ¡Por Dios, que me estás enseñando mucho más de lo que me gustaría ver! – dijo la voz.

- ¿Flanima? ¿Eres tú? Maldita sea, asqueroso semielfo, como seas tú te vas a llevar una tunda tremenda por el susto que me has dado. -

Las sonoras carcajadas resonaron por el bosque.

- Ahora entiendo las risas de aquella prostituta de Sontong, mi querido Kar-Nacks. Se ve que los enanos lo tenéis todo enano. –

- No te parecerá tan enano cuando te lo meta por ahí donde nunca te da el sol, perro descastado -

El enano finalmente había logrado abrocharse los pantalones y se dirigía hacia donde le esperaba el semielfo, rojo todavía por las risas que aún sacudían su cuerpo. Al llegar a su lado el enano también sonreía, y entre carcajadas se fundieron en un abrazo.

- Me alegra ver que no seré el único que acude a la cita.-

- Lo que no sé es si vendrá alguien más.- El semielfo paseó su vista por el bosque, que terminaba unos metros más adelante, dando paso a una planicie que conducía hacía un pequeño pueblo. - ¿Vamos? -

-Habrá que ir. – dijo el enano con un suspiro. – Aunque si viene ese maldito que tú y yo sabemos le arrancaré la piel a tiras por lo de mi daga. -

Comenzaron a andar hacia el pueblo. Aunque hacía mucho tiempo que no se veían, de forma instintiva amoldaron su paso al del otro, como hicieran tantas veces, hacía ya tantos años. Así, el paso del semielfo se volvió desgarbado y chulesco, y el andar del enano se volvió un trotecillo apresurado combinado con algún saltito ocasional. Para que os hagáis una idea era algo así como ver andar a John Travolta en “Fiebre del Sábado Noche” y a su lado una niñita repipi de siete años.

Al rato llegaron al pueblo, y pudieron comprobar como en la plaza parecía haber bastante agitación. Ambos se acercaron y pudieron ver como en el centro de la plaza había un pequeño cadalso, en el medio del cual pendía una horca. Bajo ella, y junto a una figura que inequívocamente era el verdugo, estaba una figura pequeña y delgada, de vivaces ojos y larga coleta, que apoyaba el peso de su cuerpo en uno y otro pie, como si se estuviera meando.

- Ahí tienes a tu maldito. - susurró el semielfo. – Y cómo no, metido en problemas.-

- Estupendo. Que le cuelguen. Hasta me quedaré a disfrutar del espectáculo. -

-No digas tonterías, Kar-Nacks. No podemos dejar que le ahorquen.-

-Podemos, podemos. Ya lo creo que podemos. De hecho es lo que pienso hacer. Muchos años esperando ver esto y no pienso desperdiciar la ocasión.-

Mientras tanto, una figura alta, embozada en un oscuro manto, había subido al cadalso. Era imposible determinar su raza, pero su ronca voz determinaba sin duda alguna que padecía una laringitis del copón. Algo grave, grave, sin duda.

- ¡Conciudadanos de Thiritman! Tras haber sido detenido, juzgado y hallado culpable, vamos a proceder a ajusticiar a este kender por...... ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué quieres? ¿Qué pasa? -

- Eso es inexacto señor. No soy un kender. Soy un semikender, semihobbit, semihalfling. No pregunte cómo, pero es verdad. No me parece correcto que en un solemne momento como este se simplifique de forma tan vulgar. De hecho, creo que sería todavía más correcto si menciona mi nombre: Sharifest de Cañada Brava, hijo de..... -

- ¡¡Cállate, maldito Kender!! –

- Ya le he dicho que no soy un kender. Soy un........-

- ¡¡Qué te calles, maldito, o te rajo el cuello aquí mismo!! -

Sharifest cerró la boca, con un gesto de ofensa tal que parecía que iba a morir antes por el desplante sufrido que por el feroz abrazo de la cuerda. La oscura figura, recuperada ya la compostura, prosiguió.

- Como decía, vamos a colgarle por robo, desordenes públicos, resistencia a la autoridad y tres o cuatro cosas más de las que no me acuerdo. ¡¡Qué se cumpla la sentencia!! -

El verdugo, con el rostro encapuchado, se giró y agarró el extremo de la soga. De un tirón, la llevó hacia el cuello del condenado, pero..... Volvió a tirar, esta vez con más fuerza..... Mismo resultado. La cuerda era demasiado corta, o el condenado demasiado bajo, según como se mire. Se veía a la legua que el verdugo estaba tremendamente azorado, mientras que la oscura figura comenzó a dar impacientes golpecitos con el pie en el suelo, lo que no hacía sino aumentar el nerviosismo del verdugo.

- ¿Pero por qué narices no le suben a una silla? – dijo Kar-Nacks.

Avanzaba ya hacía el cadalso para exponer su brillante idea cuando el verdugo, en un último y poderoso tirón consiguió su propósito. La cuerda llegó finalmente al cuello del semikender, semihobbit, semihalfling, pero a costa de que toda la estructura de madera de la horca se partiera con un estallido profuso de astillas. La estructura se tambaleó y comenzó a ceder bajo los pies del verdugo, el condenado y la oscura figura. Un murmullo recorrió la pequeña multitud reunida en la plaza cuando todo se vino abajo con gran estrépito.

- Ven Kar-Nacks. Sígueme.-

El semielfo y el enano rodearon la plaza y entraron por una calleja anexa a la misma. Estaba vacía, salvo por las ratas que campaban a sus anchas entre la inmundicia. Al poco rato vieron aparecer una pequeña figura que corría hacia ellos jadeando. Al verlos se detuvo en seco.

- ¡¡Flanima!! ¡¡Y el bueno de Kar-Nacks!! Vaya, qué alegría que hayáis venido a la cita. Tengo un montón de cosas que contaros. Todo empieza el día que nos separamos, cuando yendo por el camino de.......... -

- ¡¡Cállate!! – Exclamaron al unísono el enano y el semielfo.

- ¡Vámonos, deprisa!! – dijo, Flanima. – Menos mal que la taberna está a las afueras del pueblo. Aunque creo que la mejor idea es que en cuanto estemos todos nos vallamos a otro lado.-

Avanzaron corriendo, hasta que se encontraron a una prudencial distancia del pueblo. Entonces redujeron la marcha, y continuaron andando. Más que nada para evitar el riesgo de echar hasta la primera papilla. A lo lejos contemplaron una tenue luz de un farol.

- “La Última Posada” – susurró Flanima con un supiro.

- ¿”La Última Posada”? – exclamó Kar-Nacks. – Creía que se llamaba “El Potro Pisador”.-

- No. – intervino el semikender, semihobbit, semihalfling. – Eso era antes de que cambiará de dueño y la llamara “El Goblin Errante”.

- ¡Pues ahora se llama “La Última Posada”! ¿Vale? ¿Alguna palabra más al respecto? ¿No? Pues sigamos. -

Continuaron andando en un tenso silencio. Al rato llegaron hasta la taberna. Sobre la puerta colgaba un cartel mecido por el viento. En grandes y toscas letras ponía: “Taberna de Tou”.

- Joder. Cómo está el negocio de la hosteleria. – dijo el enano.

- Calla y entra. -

El interior era amplio y espacioso, si bien no excesivamente iluminado. El local estaba francamente concurrido, lleno de borrachos, degenerados, vagos y maleantes. Lo que para el caso venía a constituir la nobleza de Thiritman. Dos camareras iban, prácticamente corriendo, de la barra a las mesas y de vuelta, una y otra vez. Además, tenían que esquivar las atrevidas manos de los clientes, lo que convertía su trabajo en una auténtica Ginkana. Al fondo, había una mesa alargada, para unas seis o sietes personas. Aunque en este momento sólo estaba ocupada por tres. El semielfo señaló hacia allí, y a empujones entre la clientela se acercaron a la mesa.

- ¡Por las barbas de Chuma! – exclamó una poderosa figura. Se trataba sin duda de un Caballero de la Orden de Tolandia, tanto por el escudo de su desgastada armadura como por el enorme, desproporcionado y totalmente anticuado bigote que lucía. – Pero si son los que faltaban. Mirad chicos, Flanima, Kar-Nacks y Sharifast. -

Al tiempo se levanto para propinar sendos abrazos a los tres recién llegados. Al recuperar el aliento Flanima se dirigió al caballero.

- Dehmios, seguro que tu manía de llevar esa armadura hasta para dormir sigue siendo el motivo de que mojes menos que el kender. -

-¡¡¡¡¡¡Ehhhhhhhhhh!!!!!!

- Ja, ja, ja, ja. Este bigote tampoco ayuda mucho, pero de ahí a decir que mojo menos que el kender...... eso es pasarse.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡ Ehhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!

- Venga. Sentaros. También están aquí Saqcatios y su hermano Ra-U-Los.

Lo recién llegados saludaron a los otros dos, con abrazos para Saqcatios y leves inclinaciones de cabeza para Ra-U-Lios. A éste último apenas se le entreveía el rostro, oculto por la capucha de su túnica roja de mago. A su lado, reposaba un bastón con un extraño cristal en su extremo.

- Eh, Saqcatios. Veo que tu hermano sigue llevando su lámpara portátil a todas partes. – dijo el enano.

El grupo, excepto el mago, estalló en carcajadas.

- Parece que fue ayer.- dijo Flanima. – Os veo exactamente igual. Nada ha cambiado. ¡Pidamos unas cervezas y celebremos el reencuentro! -

Saqcatios se giró y llamó a una de las camareras.

- Vais a flipar cuando veáis quién es la camarera. – dijo volviéndose hacia sus compañeros.

Una chica hermosa se acercó hacia la mesa. Era verdaderamente bonita. Se acercaba con un seductor contoneo de caderas. Su rostro era casi angelical, y sus largos cabellos morenos caían recogidos en una coleta casi hasta el final de su espalda. Por no hablar de otros atributos no tan visibles, pero que se notaba a la legua que estaban ahí. Finalmente llegó a la mesa.

- ¿No sabéis quién es? –dijo Saqcatios. – Todos la conocéis. Venga hacer memoria. -

Los tres recién llegados se estrujaron el cerebro, lo que en el caso del semikender, semihobbit, semihalfling significaba aparentar estar padeciendo un brutal ataque de diarrea. Pero ninguno dio con el nombre.

- Os daré una pista. Gracias a ella casi pierdo mis posibilidades de ser padre en esta vida.-

- ¡¡Crisold!! – exclamaron los tres al unísono.

- ¡Exacto! Joder, todavía recordáis todos aquella patada en los huevos. Y mira que hace años. -

- Siempre tuvistes las manos muy largas, Saqcatios. – dijo la muchacha. – Y te costaba aceptar un no por respuesta. -

Todos prorrumpieron en sonoras carcajadas.

- De todas formas, - dijo Dehmios – creo que ahora utilizas métodos más sofisticados para mantener alejados a los moscones, ¿no? Se rumorea por ahí algo de unas tijeras..... -

Por toda respuesta la muchacha les brindó una enigmática y encantadora sonrisa.

- ¿Qué vais a tomar chicos? –

- Cerveza para todos. – respondió Saqcatios.

El mago alzó el brazo, mostrando una cadavérica mano.

- Para mi, mujer de perdurable hermosura y dudosa reputación, traéme un vaso con agua hirviendo. Nada más. – La sibilosa y susurrante voz del mago se diluyó en el sonido ambiente.

- El mago como siempre tan divertido. – le susurró el enano al semikender, semihobbit, semihalfling.

La chica se alejó presurosa hacia la barra a cumplir el encargo. En ese momento se abrió la puerta, y la traspasaron dos enigmáticas figuras. Una alta y hermosa mujer, de largos cabellos dorados y porte altivo. Junto a ella un descomunal hombre, que apenas entraba por la puerta, de rostro adusto y mirada penetrante.

- ¿Quiénes serán? – preguntó Sharifest.

- Problemas. – respondió la crispante voz del mago.


Continuará.......... (aunque que me aspen si sé cómo).

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Esta muy bien la historia, pero fijate que me recuerda a algo, me suena haberlo visto en alguna parte.....

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a mí tambien me suena pero ahora no me acuerdo de donde



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si a mi me recuerda a............   ya se, me recuerda a la pelicula de fasta and furius.             xd

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cojo un moco, l pego contra el sofa, ya van 200 mocos los que he pegado contra el sofa!! xd (es una cancion)


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yo creo que lo vi en un tebeo de mortadelo y filemon

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ahora que lo mencionas........ en el de corrupcion a mogollon                       xd

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Alcolico Compulsivo

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Todo era paz. Tranquilidad y sosiego a su alrededor. Una oportunidad única para concentrarse. Era el momento. Ahora o nunca............... Unos golpecitos en la puerta, tímidos, rompieron su concentración. Al no obtener respuesta los golpecitos se repitieron, un poco más fuertes. Al poco rato alguien aporreaba la puerta con descaro.

- ¡Por Dios! ¿¿Es que no hay forma de cagar tranquilo en este sitio?? -

La puerta se abrió de golpe. De pronto, el infeliz que se había atrevido a golpear la puerta se encontró ante la más aterradora figura que jamás había pisado la Tierra terrenal. Era Jul-Romor, el señor de la noche, el amo de las sombras, el conde del infierno, el maestro de la locura, el barón del dolor, el marqués del sufrimiento, ¡el Ayatolah de la oscura oscuridad!

El pobre infeliz que había osado perturbar al señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc., retrocedió, impresionado. La figura de Jul-Romor se aproximaba a los dos metros de altura. Aunque su rostro quedaba un poco más bajo en esta ocasión, ya que intentaba frenéticamente conseguir subirse los pantalones, que se habían enrollado maliciosamente alrededor de sus tobillos. Su cabello ondulaba ante su rostro, ahora me ves, ahora no, ahora me ves, ahora no, lo que le impedía clavar su temible mirada sobre el infeliz. Y los saltitos que daba con cada tirón de los pantalones tampoco contribuían a mantener su dignidad. Aún así, el infeliz estaba de rodillas ya, con la boca abierta, una expresión indescriptible en su rostro. Finalmente, lo que se veía venir pasó. Un poderoso tirón, seguido de un torpe saltito hizo que el señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc., perdiera el equilibrio. Se tambaleó, levemente al principio, pero sus más de cien kilos, junto a esa perversa magia llamada gravedad, hicieron el resto. Jul-Romor se desplomó cuan largo era, con el culo al aire, a la puerta de su inodoro.

Esa fue la gota que colmó el vaso. El infeliz no se pudo aguantar más y estalló en una serie de carcajadas que casi consiguen que se ahogara. Desplomado junto a su señor, golpeaba el suelo con la palma de su mano en un vano intento de conseguir aire. Jul-Romor, comenzaba a incorporarse contemplando al pobre infeliz que estaba a punto de mearse de la risa a su lado. De pie ya, finalmente consiguió subirse los pantalones, y tras un pequeño problemilla con la camisa y el jubón, consiguió recuperar una parte de su dignidad. Pero el infeliz seguía partiéndose de la risa, las lágrimas corriendo por sus mejillas.

- ¡Maldición!- pensó Jul-Romor, - Cuando llevo puesta la mascara de oscura oscuridad nunca se ríen. -

Comenzó a andar hacia el centro de la sala, donde se encontraba un trono gigantesco, negro como una noche oscura, sobre un pedestal de calaveras. Allí tomó asiento, contemplando al infeliz, que finalmente parecía reponerse, jadeando e intentando incorporarse. Lo consiguió finalmente, y secándose las lágrimas con el borde de la manga de la camisa avanzó hacia el trono.

- ¿Quién eres y por qué osas perturbar al señor de los ejércitos de la noche? -

Otra carcajada sacudió el cuerpo del infeliz (bastante feliz por lo que se reía), aunque en esta ocasión consiguió controlarse a los pocos segundos.

- Soy un mensajero. Y traigo un mensaje para vos. – La media sonrisa en el rostro del infeliz era la mar de ofensiva.

- Habla. -

- Me envía el capitán Xant-Y-Lirio. Es respecto a la misión que le encomendó. -

- ¿La ha encontrado? -

- Ehhhhh, más o menos. Sabemos donde está, pero hay un pequeño problema. -

- ¿Problema? No quiero problemas. Lo que ella porta es demasiado valioso. Ella es demasiado valiosa. Las instrucciones eran precisas. Capturarla y traerla ante mi. – Una sonrisa lujuriosa y una mirada libidinosa afloraron en el horrendo rostro del señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc. – Viva, ante mi. Mía. Sólo mía. – Una serie de gruñidos, jadeos, y extraños gorgoteos surgieron de la garganta de Jul-Romor.

- Estoooooo, ¿señor? -

- ¿Cuál es el problema? -

- Veréis. Al parecer ha conocido a un bárbaro de las llanuras. Nuestras informaciones nos indican que, al parecer, se encuentran muy unidos. Esto compromete el imprescindible sigilo de nuestra misión. Podría revelar demasiado pronto nuestras intenciones. Por eso me ha enviado el capitán Xant-Y-Lirio ante vos. -

- ¿Un bárbaro? ¿¿¿Un bárbaro??? ¡Maldición! Ella no acabará en las manos de un bárbaro de las praderas, incapaz de distinguir entre una mujer y una cierva en celo. ¡Que se convoque de inmediato mi consejo de generales! Esta situación debe ser analizada. -

De las sombras surgió una figura que corrió inmediatamente hacia la puerta y salió de la sala, presto a cumplir el encargo de su señor.

- ¿Puedo retirarme ya a la espera de recibir instrucciones, señor? – preguntó el infeliz.

- No. No. Me gustaría agradecer tu esfuerzo. – el señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc. se levantó de su trono y se acercó al infeliz, rodeando sus hombros con su brazo. – Verás. En mis mazmorras tengo a un pobre capitán que cometió el error de confundir camaradería con otra cosa. No sé si me entiendes. Sé que esas cosas pasan, pero cuando comienzan a ir a la enfermería soldados míos por culpa de esa circunstancia pasa a convertirse en un problema. Y es que al parecer el pobre capitán dispone de ciertos atributos de proporciones, como decirlo...... infernales, jejeje. Aparte de disfrutar golpeando a sus “camaradas”. No sé si me sigues. Creo que deberías conocerlo. El pobre lleva ya varios días totalmente aislado, y a fin de cuentas siempre fue un buen capitán. Te encerraré con él durante un tiempo. Quizás así se te pasen las ganas de reírte, ¡¡cabronazo!! -

- ¡¡¡¡¡¡¡¡Noooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!

(Ia seguira ia.....)

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la sigues tu solo o podemos escribir??                 xd

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si quereis continuadla me la trae floja. Io seguir con lascontinuaciones (si os apetece cogeis el primer capitulo, los poneis en un foro aparte y la seguis a vuestra bola desde ahi)

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buena idea (aunque tu escribes mejor y a mi me da pereza..)         xd

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vago, vago,vago, vago.... (Es broma, pero tu vagancia es escesiva)



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no es eso, lo que pasa es que entre semana no tengo tiempo para andarme escribiiendo mucho, pero en el fin de semana ya oireis mas de mi (esto creo que no mucho, que me voy a casa de un amigo, poruqe mis padres se.......que hago yo contandoos mi vida....)           xd

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sigue porfi porfi

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bueno, mientras halla una buena oferta.              xd

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¿osas sobornar a un superior? yo he hecho que seas lo que eres ahora y ahora vienes con intereses

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La puerta se cerró. La pareja se quedó ante ella, un poco atontados, la verdad. Cincuenta pares de ojos contemplaron a la mujer. Alta, rubia, esbelta. Francamente hermosa, una entre un millón. Un cañón, vamos. Y en los cincuenta rostros de los cincuentas pares de ojos se pudo leer la misma expresión: “¡Madre mía! ¡Qué tía, y yo con estos pelos!” Pero acto seguido, los cincuenta pares de ojos bascularon, no sin esfuerzo, hacia la figura del bárbaro que había entrado con la dama. Un hombre descomunal, puro músculo, una auténtica mole, y con una expresión en el rostro capaz de espantar al más pintado. Los cincuenta pares de ojos se entrecerraron levemente, los entrecejos se fruncieron, y las miradas se volvieron a fijar en la dama. Las cejas se alzaron, hubo algún suspiro, y un mar de murmuraciones invadió el local, con expresiones del tipo: “Como esa consigo yo cien en una noche” o “Si tampoco está tan buena”. Incluso algún “¡qué hombretón más apuesto!” Conclusión, la taberna volvió a la normalidad.

Flanima y compañía habían participado activamente del proceso (excepto el mago) y observaron como la pareja se acercaba hasta la barra. Crisold llegaba ya a la mesa con las cervezas y el agua hirviendo del mago.

- ¿Quiénes pueden ser? – le preguntó Flanima señalando con la cabeza a la pareja.

- No lo sé. No es raro últimamente ver por aquí forasteros. Por regla general gente del Norte, de paso hacia las tierras del Sur. – Crisold encogió los hombros, como dando a entender que cualquiera capaz de viajar desde el pueblo hasta más allá de la taberna estaba totalmente loco.

Contemplaron durante unos minutos más la pareja, hasta que un fétido hedor les hizo volverse a todos.

- ¡Arghhhh! ¡Qué asco! – exclamo Kar-Nacks. - ¿Qué demonios es eso? –

El mago acababa de verter el contenido de una bolsita en el agua hirviendo, y de esa extraña infusión provenía el apestoso olor. Ra-U-Los contempló a los demás con expresión de sorpresa, mientras éstos le contemplaban con estupor y asco.

- ¿Qué pasa? – preguntó el mago. – Es uno de mis reconstituyentes. Una sabrosa infusión. Una delicia para el paladar. -

Los ojos de los demás se agrandaron, cuando vieron al mago coger la taza y sorber con auténtico placer su contenido.

- Creo que voy a vomitar. – dijo Sharifest. – Lo digo en serio chicos, voy a vomitar. -

- Por Chuma, que alguien abra una ventana. – dijo Dehmios.

Ra-U-Los terminó su infusión y dejó la taza en la mesa, relamiéndose las comisuras de los labios.

- El mago está más loco de lo que solía, Flanima. – susurró el enano.

Flanima no dijo nada, contemplando a Ra-U-Los. Finalmente apartó de él su mirada y se dirigió a los demás.

- Bueno. Prestad atención. Sé que el reencuentro es algo magnífico y que todos tenemos muchas cosas que contar tras estos cinco años separados. Pero me temo que no podemos permanecer aquí mucho tiempo. – Flanima tomó aire para continuar. – Parece ser que nuestro amigo Sharifest vino con tiempo de sobra a la cita, lo que ha dado la oportunidad a los habitantes del lugar de saber de qué pie cojea. Han estado a punto de colgarle esta tarde. -

Sharifest contemplaba a los otros sin el menor atisbo de vergüenza, con una media sonrisa en sus labios. Claro que los demás tampoco parecieron muy sorprendidos por la noticia.

- Deberíamos entregarle y ver cómo le cuelgan – dijo el mago.

- ¡Eh, chicos! Vamos, que no fue culpa mía. – El semikender, semihobbit, semihalfling se había puesto en pie, a la defensiva. – Todo ha sido un malentendido. Bueno, varios malentendidos, en realidad. Las autoridades locales son muy poco tolerantes. Pero seguro que razonando con ellos..... -

La puerta se abrió de golpe. Cinco inconfundibles figuras aparecieron tras el marco de la misma. El murmullo aumentó. “La guardia”, “La guardia del pueblo”. Los cinco hombres entraron lentamente.

- Buscamos a un huido de la justicia. – comenzó el cabecilla. – se trata de un peligroso ladrón, y de un alborotador...... ¡Ahí está! ¡Maldición, es él! ¡¡¡Qué no escape!!! -

Sharifest se había quedado con las palabras congeladas en la boca al ver entrar a la guardia. Pero al observar que le habían visto su rostro perdió el color. Ni uno sólo de sus compañeros movió un músculo. El cabecilla de la guardia comenzó a abrirse paso a empujones. Pero no era su día. Hay días en los que te levantas y parece que estás tocado por una varita mágica. Todo sale estupendamente, la gente es feliz contigo, y la vida es estupenda. Pero otros días ocurre justo lo contrario. El cabecilla de la guardia no sabía que tenía uno de esos días hasta que sin querer empujó al bárbaro. Del empujón, se derramó toda la cerveza de su jarra sobre la dama. El bárbaro se volvió y vio al cabecilla de la guardia intentando abrirse paso. Lo siguiente que vio el cabecilla de la guardia fue girar el suelo sobre su cabeza y acercarse la pared hasta que chocó con él dolorosamente. El entusiasmo inicial de la persecución cesó de golpe. Los otros cuatro miembros de la guardia vacilaron.

- Bueno. Dejémonos de tonterías. – dijo Flanima. – Tenemos que salir de aquí. ¡Crisold! – exclamó, agarrando a la muchacha que pasaba junto a su mesa. - ¿Hay alguna puerta trasera? ¿Sabes de algún sitio donde podamos escondernos? -

La muchacha le contempló un instante.

- Sí, hay puerta trasera. Y podéis esconderos en mi casa. Seguidme. -

Iban a moverse cuando se oyó gritar al cabecilla de la guardia.

- ¡¡Ineptos!! ¡A por él! ¿¿A qué esperáis?? -

Los cuatro contemplaban al bárbaro, visiblemente cabreado.

- No creo que podamos capturarle. Ya casi ha huido de nuevo. – dijo uno.

- Sin duda. – corroboró un compañero. – Además parece que tiene amigos. Nos sobrepasan en número.

- Cierto, cierto. – dijo un tercero. – Creo que deberíamos ir a buscar refuerzos. Quizás con treinta o cuarenta hombres más.....

Pero la casualidad hizo que el grito del cabecilla de la guardia fuera oído por otro grupo de la guardia que pasaba frente a la taberna. Se acercaron a ver que ocurría, y al ver en el suelo y magullado al cabecilla hicieron lo que cualquier fuerza de orden público bien entrenada habría hecho en esa situación. Comenzaron a arrear leña contra todo lo que se movía. En segundos, la taberna era un caos. El bárbaro repartía como si fuera el lechero, y la guardia no se quedaba atrás.

El grupo comenzaba a salir ya, cuando Dehmios se dirigió a Flanima.

- No podemos dejarlos. – dijo señalando al bárbaro y a la mujer. – Algo me dice que no debemos dejar que los capturen.

Flanima se giró y llamó a Saqcatios.

- Avísales. Con este caos sólo tú puedes llegar hasta ellos. Que vengan con nosotros. Que es su única salida. -

Saqcatios se metió en el mogollón, repartiendo también cera fina. Flanima salió de la taberna. Fuera aguardaban impacientes el resto de compañeros. Al poco rato, la hermosa dama salió grácilmente por la puerta de la taberna, seguida por el bárbaro y por Saqcatios. Crisold, que portaba una antorcha, comenzó a avanzar campo a través, pues no era seguro ir por el camino.

Flanima iba rezagado junto a la pareja.

- Hola. – dijo. – Gracias por echar una mano a nuestro compañero con la guardia.

El bárbaro no dijo nada. Pero asintió levemente con la cabeza.

- Mi nombre es Flanima. Soy un semielfo. La chica de la antorcha es la camarera, Crisold. Nos acogerá en su casa. Detrás de ella van Saqcatios y su hermano Ra-U-Los, el mago. Luego el enano, Kar-Nacks, y el kender, Sharifest. El caballero de Tolandia es Dehmios. ¿Cómo os llamáis? -

Contestó la mujer, con una voz cristalina y arrulladora, como el correr del agua en un estrecho arroyo.

- Mi nombre es Gemisal, princesa de Chiscet. Él es Txusolot. Un bravo guerrero de una tribu de mis dominios. Me acompaña desde hace algunas lunas. Os agradecemos vuestra ayuda. No conocemos a nadie por estos parajes. -

Flanima iba a contestar cuando resonó la cantarina voz del semikender, semihobbit, semihalfling.

- Crisold, ¿Tu casa no está en el centro del pueblo, frente al edificio de la guardia? –

Continuará......... (A saber qué se me ocurre a mi ahora para seguir esto).

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aun no me lo he leido pero aviso que a los amotinados se les cortan los testicu*** y el prepu*** y se obliga a comerselos el mismo

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La verdad esta ahi fuera, joven Skywalker


Friki Mago

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pero si somos del mismo rang o,eso no es amotinamiento...           xd

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cojo un moco, l pego contra el sofa, ya van 200 mocos los que he pegado contra el sofa!! xd (es una cancion)


Friki Mago

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No me pongas excusas baratas quelo que has dicho no viene a cuento

-- Edited by Fistandantilus at 08:51, 2005-04-16

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Friki Mago

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vavava, no digas tonterias que me lo pegas....        xd

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Alcolico Compulsivo

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cuidado q kalas es autonomo eh xD. venga q sigo:

Las lunas relucían en el cielo despejado. La Luna Blanca en lo más alto, casi llena, iluminaba con tenue luz los campos circundantes a la taberna. La Luna Roja, en quesito menguante (la astronomía es una ciencia tan complicada.......), entremezclaba su luz con la luminosidad de la blanca luna, lo que daba a la noche un aspecto de burdel barato muy reconfortante para algunos (luz roja, poco iluminado, burdel....... ¿lo cogéis? ¿Cómo que no sabéis de qué hablo? ¿Qué como sé yo qué aspecto tiene un burdel? Por lo que he leído por ahí, por supuesto. Bueno, vamos a dejar el tema). En cuanto a la Luna Negra, sólo percibida por aquellos seres que adoran a la esencia misma del mal, estaba........ pues por ahí. Por algún lado. Y la luna de Valencia........ pues eso. En Valencia. Y ya está bien de gilipolleces. Al grano.

Cuando el grupo de Flanima abandonó precipitadamente la taberna ignoraban que eran atentamente observados. Unos ojos penetrantes no perdían uno solo de sus movimientos. Esos ojos pertenecían a uno de los más fieles servidores del mal: Xant-Y-Lirio, capitán de los ejércitos de la Oscuridad. Conforme se alejaban, Xant-Y-Lirio dejó caer nuevamente su parche sobre el ojo izquierdo. Recién ascendido a capitán, Xant-Y-Lirio cayó en la cuenta de que un capitán del ejército del mal debía poseer algún tipo de deformidad física, si era por culpa del combate mejor que mejor, para imponer respeto a la multitud de indeseables que tendría bajo su mando. Por desgracia para él, al ser ascendido carecía de ninguna deformidad, cicatriz o similar que le satisficiera. Este tema preocupó seriamente a Xant-Y-Lirio, hasta que uno de sus soldados le propuso que se arrancara un ojo, y así podría llevar un parche, algo muy aparente. El soldado fue prontamente ejecutado, arrancándole previamente los dos ojos, pero otro de los soldados le sugirió que simplemente usara el parche, dejando el ojo perfectamente a salvo bajo el mismo. Eso complació a Xant-Y-Lirio, y desde entonces no iba a ninguna parte sin su parche, y el soldado había pasado a ser su mano derecha. Precisamente, hacia ese soldado se volvió Xant-Y-Lirio.

- Nanus – susurró. – Ven aquí. -

La oscura figura se acercó sigilosamente, reptando entre los matorrales.

- ¿Sí?, mi poderoso señor. –

- No seas pelota. ¿Has visto lo mismo que yo? -

Como ignoraba, obviamente, lo que su señor había visto, Nanus se quedó callado, la boca entreabierta y una expresión estúpida en su rostro, emitiendo un sonido indefinido. Algo así como: “eeeehhhhiiiiiieeeheeehhhhhiiiiiiiiaaaaeeeeeejjjjj.” Xant-Y-Lirio suspiró.

- ¿Qué si has visto como la tía esa y el bruto se iban con ese montón de gente? -

- ¡Ah!, eso. Sí, mi poderoso señor. Lo he visto. -

- La situación se complica. Y no hemos tenido noticias del anterior mensajero que enviamos cuando conoció al bruto. Pero debemos informar rápidamente. No podemos mandar un mensajero. Tardaría demasiado. -

- ¿Estáis sugiriendo, mi señor, que mandemos un vampiro mensajero? -

-Exacto. -

- Pero sabéis lo que le sucedió al último que le envió un vampiro mensajero a Jul-Romor, ¿verdad? -

Al pronunciar ese nombre las luces de las lunas parecieron palidecer, y a lo lejos se oyó el aullido tenebroso de un lobo.

- Lo sé perfectamente. El vampiro mordió al todopoderoso señor del mal. Dicen que quien se lo envió todavía está en algún lugar de las mazmorras de Dracomiconicas, torturado y anhelando morir. Algo, que por supuesto, Jul-Romor no va a permitir. – Nuevo aullido de lobo. – Pero estoy dispuesto a correr el riesgo. Necesitamos, ante todo, la velocidad para llevar nuestro mensaje. –

- De acuerdo, mi señor -

Nanus se alejó unos metros, ignorando las preguntas que le susurraban los demás componentes del grupo. Al rato, retornó, portando una jaula. En su interior algo se removía inquieto.

- Bien. – dijo Xant-Y-Lirio. – Ahora redactemos el mensaje. Escribe. Continuamos seguimiento princesa y bárbaro. Stop. Acontecimiento inesperado. Stop. Encuentro con grupo heterogéneo. Stop. Artefacto comprometido. Stop. ¿Instrucciones? Stop y final.

Nanus garabateaba en un pequeño trozo de papel. Al terminar lo alcanzó hacia Xant-Y-Lirio, quien le echó un vistazo.

- Perfecto. Ahora, lo atamos a la pata del vampiro y lo mandamos de vuelta a casa. Abre la jaula. Eso es. Con cuidado, con cuidado. Agárralo. Atamos esto en la pata y........ ¡Mierda, agárralo! Arghhhhhhh. ¡Estúpido, me ha mordido! ¡Cómo te coja voy a hacer que este bicho te chupe toda la sangre mordiéndote en los huevos, imbécil!

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Joder signos de preguntas por todos lados, los acentos y las eñes sobretodo xD. os va a costar un poquillo decifrarlo todo

-- Edited by Dhemios at 18:18, 2005-04-18

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precioso, soberbio, brillante (si, la pantalla me brilla y no se quitarlo, lo veo casi todo blanco)      xd

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El grupo avanzaba rápidamente, guiados por la luz de la antorcha que portaba Crisold. La preguna del semikender, semihobbit, semihalfling había puesto un punto de inquietud en el ánimo de todos, pero Flanima había decidido que se arriesgarían. Las casas del pueblo comenzaban a perfilarse ya con la luz de las lunas. Todo parecía en calma. Llegó el momento de abandonar la relativa seguridad de los matorrales y adentrarse en las callejas del pueblo.

- Crisold. – susurró Flanima. – Apaga la antorcha. Deberemos guiarnos por la luz de las lunas. Mucho cuidado ahora. Ni un ruido. –

La antorcha se apagó, pero al rato los ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Salieron de la zona de arbustos detrás de Crisold, avanzando en silencio por las calles de la ciudad. A los pocos minutos entraban en la casa de Crisold. No habían visto a nadie, y creían que nadie les había visto a ellos. Crisold se acercó hasta las ventanas y empezó a cerrar las contraventanas de madera. Flanima y Dehmios comenzaron a hacer lo mismo. La oscuridad dentro de la casa era absoluta.

- ¡¡¡¡Atchusssss!!! -

Todo se sobresaltaron ante el ruido, y más aún cuando se encendió el extraño cristal del extremo del bastón del mago, iluminando tenuemente la habitación en la que estaban.

- Salud. – dijo Kar-Nakcs, con una sonrisa en los labios.

Todos habían olvidado la palabra mágica del mago que activaba su “lámpara portátil”. Ahora, relativamente a salvo, todos se volvieron a mirar a la princesa y al bárbaro.

- ¿Por qué nos habéis sacado de la taberna? – preguntó con su armoniosa voz Gemisal. – No os conocemos de nada.

Flanima se volvió hacia Dehmios, y con su mirada le hizo exactamente la misma pregunta. El Caballero carraspeó, incomodo.

- No lo sé. De repente sentí algo en mi interior. Algo que me gritaba que a toda costa debía impedir que fuerais capturados. – Dehmios bajó la vista.

- ¡Buffff! – El enano se removió, visiblemente molesto. – Así que por la estupidez de un Caballero de Tolandia nos hemos metido en más problemas en vez de resolver los que ya teníamos. -

El Caballero seguía con la vista baja, visiblemente azorado. Nadie dijo nada. Hasta que el mago se inclinó hacia el enano.

- Tapón, la percepción visionaria de los Caballeros de Tolandia es algo conocido y respetado en el mundo arcano desde tiempos inmemoriales. No lo olvides. -

- Como vuelvas a llamarme tapón, mago de pacotilla, te garantizo que esa lámpara tuya te iluminará todos los recovecos de tu estómago. Y no entrará por la boca precisamente. No lo olvides. – Kar-Nacks aguantaba firme la incendiaria mirada del mago. – Además, Dehmios ni siquiera ha sido oficialmente nombrado caballero. -

- Eso no importa. – terció Flanima. – La tradición dicta que esa percepción va con la sangre, y no con los títulos. Cuanto más directa es la línea de descendencia con respecto a los fundadores de la Orden, más pronunciada es esa percepción. No importa si se carece de título, o si ni siquiera se es aún Caballero. – Las últimas palabras fueron poco menos que un susurro.

Todos contemplaron a Dehmios, quien silencioso parecía absorto en lo que había justo entre sus pies. Todos sabían que su gran vergüenza era no haber sido oficialmente nombrado Caballero de la Orden de Tolandia. De hecho, si algún Caballero le veía portando el escudo y la armadura de la Orden sin duda se vería metido en serios problemas. Afortunadamente para él los últimos reductos de la Orden sobrevivían muy lejos en el Norte, y hacía muchas décadas que no se veía ningún Caballero tan al sur. Exceptuando a Dehmios, que como ya hemos aclarado, no era exactamente un Caballero. Pues eso.

Un ruido en la calle alertó a todos. Flanima pegó un salto hacia una de las ventanas, seguido por Saqcatios. Abrió cuidadosamente la contraventana, lo suficiente para poder ver la calle a través de una rendija. Los dos grupos de la guardia que vieron en la taberna regresaban al cuartel. Al llegar la guardia a la puerta del mismo, Flanima vio como una oscura figura descendía por las escaleras que llevaban a la entrada. Era el mismo personaje que había dirigido el colgamiento de Sharifest. El de la laringitis del copón. Habló lo suficientemente alto como para que todos pudieran oírle, dirigiéndose a los dos jefes de los grupos de la guardia.

- Reportad. ¿Habéis encontrado a ese ladrón? –

Su ronca voz retumbaba contra los edificios circundantes.

- Más o menos, señor. – El que respondió fue el infortunado que había padecido la ira de Txusolot. – Parece ser que el ladrón tenía amigos por la zona. Ahora son un grupo de unos seis o siete individuos. -

- ¿Y por qué no están todos detenidos? -

- Abandonaron la taberna en compañía de una de las camareras. -

- ¿Ah sí? ¿Cuál? ¿La tigresa pelirroja de las grandes tetas? -

- Ehhh, no señor. Esa hoy tenía el día libre. -

- ¿Entonces se fueron con la rubia pecosa? ¿La del culo impresionante? -

- Tampoco. Se fueron con la morena. La del pelo largo, largo. Y con..... -

- ¡Crisold! – La perjudicada voz de la embozada figura hizo que el nombre de la camarera sonara como una explosión. – Maldición. Bueno, supongo que tratara de acogerlos en su casa hasta que pase el peligro. ¿Habéis averiguado ya dónde vive esa......... mujer? -

- Sí señor. El dueño de la taberna nos lo dijo. Vive justo ahí. -

El dedo acusador señalaba justo hacia la ventana tras la que estaban Flanima y Saqcatios, quienes rápidamente se retiraron.

- Mierda, mierda, mierda. – Flanima estaba francamente tenso. – Crisold, tenemos que salir de aquí, cagando leches. -

- Por la cocina. Hay una puerta que da a un callejón. – contestó la muchacha.

- Venga, moveros. Hay que salir de aquí. Nos dispersaremos. Grupos de dos. Tratad de salir del pueblo. Nos reuniremos en........ en.......... en el embarcadero del lago. Quizás encontremos alguna embarcación y podamos cruzar el lago. Quizás así estemos a salvo. -

El grupo se agolpó hacia la cocina y comenzó a salir a la calle. De pronto, Crisold, que iba delante de Flanima se detuvo.

- ¡Mis tijeras! ¡No me puedo ir sin mis tijeras! -

- ¿Qué? ¡Crisold! ¡Vuelve aquí! ¿Dónde vas? -

- Tranquilo Flanima. – era Saqcatios quien hablaba. Se había detenido también y se giró, siguiendo la estela de la muchacha. – Yo cuidaré de ella. Ahora salimos. -

- Mierda. – Es todo lo que se lo ocurrió al semielfo.

Salió al callejón. El grupo había comenzado ya a dispersarse en todas direcciones. Sólo aguardaban Dehmios, el mago, Kar-Nacks y Flanima a que salieran Saqcatios y Crisold. Al rato, salió la muchacha, muy agitada.

- ¡Están intentando echar la puerta abajo! ¡Tenemos que salir de aquí! -

- ¿Y Saqcatios? ¿Crisold, dónde está Saqcatios? – Pero la muchacha corría ya, alejándose de la casa.

- Yo voy por él. – Dehmios entró decidido y sin dudarlo en la casa.

- Yo también. – Dijo el mago.
- ¡¡No!! Ra-U-Los, vete con Kar-Nacks. ¡Ahora! Estarán bien. Yo intentaré alcanzar a Crisold. ¡Nos vemos en el embarcadero! -

El mago y el enano se alejaron de mala gana en dirección opuesta a la de Crisold, mientras Flanima corría tras ella intentando alcanzarla.

Dehmios avanzaba en la oscuridad, mientras oía a los soldados de la guardia golpear la puerta. Ésta resistía de momento, pero a cada golpe se salía un poco más de sus junturas. El Caballero avanzaba susurrando el nombre del guerrero. Pero sólo oía los golpes en la puerta. Entró en la habitación principal. Aparte de los golpes le pareció oír unos quedos gemidos. Parecía haber una figura tendida en el suelo, acurrucada. Se acercó hacia ella.

La contraventana que Flanima y Saqcatios habían usado para ver a la guardia se había abierto un poco más, y Dehmios pudo gracias a la tenue luz que entraba contemplar como la figura tendida era Saqcatios. Gemía y se retorcía, en posición fetal.

- ¡Saqcatios! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? -

- ¡Mis huevos, mis huevos! – Era todo lo que el guerrero alcanzaba a decir.

Cuando el Caballero iba a interrogarle sobre lo sucedido la puerta cedió finalmente, y la guardia entró atropelladamente en la vivienda.

- ¡¡Alto!! ¡Estáis detenidos! -

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precioso, soverbio (pero no brillante, que ya aregle la pantalla)        xd

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