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Post Info TOPIC: Cronicaz de la dracolaz


Alcolico Compulsivo

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RE: Cronicaz de la dracolaz


La sala de guerra de la fortaleza de Jul-Romor era una amplia estancia, iluminada por la titilante luz de numerosos candelabros sujetos a las paredes. En el centro de la sala había una gran mesa circular, sobre la que en este momento descansaban numerosos mapas que reflejaban la geografía de todo Kronn (el Mundo, vamos). Jul-Romor estaba sentado enfrente de la puerta doble que daba acceso a la sala. Numerosos sirvientes correteaban inquietos por la sala, preparándolo todo. El señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc. portaba su armadura de guerra. Negra como la luna a la que adoraba, estaba forjada en un extraño y resistente material que los gnomos que lo descubrieron bautizaron como titanio. Unas pronunciadas hombreras sobresalían bajo su cuello, lo que junto con sus largos cabellos y su pálido rostro podrían darle un aspecto de Drac-Queen. Pero no nos engañemos. Jul-Romor es muy macho. En todo caso sería un Drac-King (¿lo cogéis, lo cogéis? ¡Ay!, que me meo. Si es que tengo una chispa.....).

La puerta de la sala se abrió. Una poderosa figura entró en la misma, con arrogante porte, dirigiéndose, junto a su séquito, hacia la mesa. Con una inclinación de cabeza la figura saludó al señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc., y tomó asiento a su derecha. Su séquito se acomodó tras él, a cierta distancia de la mesa, en los asientos a tal efecto allí situados. Esta poderosa e intimidante figura era ni más ni menos que Xank de Baral......, Xank, de Ballraa........, Xank de Braalkkrk....... ¡Joder! Xank a secas. Era el general de los ejércitos Septentrionales y mano derecha de Jul-Romor. Además, era un reputado sacerdote, líder de los adoradores de la Dama de la Oscuridad.

Básicamente, en el mundo de Kronn, existen tres deidades mayores, e infinidad de deidades menores. Pero como son menores, éstas últimas no nos interesan. En cuanto a las deidades mayores una de ellas representa el mal, otra el bien, y la tercera el no saben/ no contestan. La representante del mal, adorada por todas las criaturas de la noche, es Danebasis, La Dama de la Oscuridad. El dios del bien, la divinidad de los puros de corazón, es Gothmogininini, El Caballero de la Luz. El tercero, dios de los que están al sol que más calienta, es Charlisando, El Fiel de la Balanza. Y tras esta breve lección de teología, continúo.

Después de Xank, llegó hasta la mesa el señor de los ejércitos del Este: Darkerastes el Cruel. Reputado y temido general demostraba tan poca compasión con sus tropas como con sus enemigos. Era, sin duda, el más violento y cruel de los servidores del mal. Con el rostro adusto, serio el semblante, se sentó a la izquierda de Jul-Romor.
Tras él, se sentó en la mesa, frente a Jul-Romor, Mar-Tin-Kas, el general de los ejércitos del Oeste. Su aspecto refinado solía engañar a sus opositores, pues escondía a un despiadado servidor de la noche, carente de escrúpulos o remordimientos.

- Bienvenidos, generales del Ejército de la Oscuridad. – La voz de Jul-Romor llenó la estancia.- Ya estamos todos. -

- ¿Todos? – La voz de Xank expresaba perplejidad. - ¿Dónde está Straksten? -

- El general de los ejércitos del Sur está enfrascado en una importante misión. No creo que necesites saber más, Xank. –

El tono de voz de Jul-Romor indicaba claramente que el tema quedaba zanjado.

- Os he convocado porque me han llegado nuevas inquietantes. Parece ser que la sencilla misión que iba a proporcionarnos la clave para someter Kronn se ha complicado un poco. La princesa ha conocido a un bárbaro, y parece que ahora viajan juntos. -

Los tres generales contemplaban serios al señor de la noche, el amo de las sombras, etc., etc. Fue Mar-Tin-Kas quien rompió el silencio.

- Siempre hemos considerado que el sigilo era clave para nuestra victoria. Aún es pronto para declararnos abiertamente. De momento, en la mayor parte de Kronn sólo somos un rumor. Y debe seguir así. -

- Tonterías. – Xank contemplaba desdeñoso a su colega. –El ejército del Norte está preparado para la invasión. Estamos listos. No necesitamos sigilo ni subterfugio. Somos poderosos e invencibles. No importa que los demás ejércitos no lo sean. -

Estas palabras provocaron que Mar-Tin-Kas y Darkerastes saltaran de su asientos y empezaran a increpar a Xank, quien replicaba a sus insultos y provocaciones.

- ¡¡¡Silencio!!! -

El grito de Jul-Romor silenció toda la sala. Los generales se sentaron. Nadie movía un músculo.

- Creo que el capitán Xant-Y-Lirio puede manejar el asunto a pesar del bárbaro. Pero quiero que contempléis todas las posibilidades que pueden darse y que preparéis planes para afrontarlas. De momento no nos mostraremos abiertamente. De momento.-

Las puertas se abrieron y entró un sirviente, jadeante y visiblemente azorado por interrumpir la reunión. Jul-Romor le contempló avanzar hacia la mesa, con sus fríos ojos clavándose en su rostro. El sirviente, visiblemente atemorizado hizo acopio de fuerzas para poder hablar.

- Mi señor. Generales. Acaba de llegar uno de los vampiros mensajeros del capitán Xant-Y-Lirio. Aguarda en vuestros aposentos. -

Jul-Romor se levantó de un brinco. Contempló a sus generales un instante, y con gigantescas zancadas abandonó la sala.

Continuará........... (Y ya van tres. Y esto se lía. A ver cómo salgo yo de esta.)

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un pene educado es aquel q se levanta apra q la mujer se siente


Alcolico Compulsivo

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(Dos mil, dos mil quinientos..... tres mil. ¡Maldición! El capitulo seis me ha dado quinientos euros menos de beneficio. Esto no puede ser. ¿Eh? ¡Oh! ¿Estáis ahí? Ehhh, vaya, vaya. Mamá, esconde esto, rápido. Bueno, je, je, je, ¿Por dónde iba? ¡¡Ah, sí!!)

El sudor corría por el rostro de Flanima, metiéndosele en los ojos, lo que le hacía parpadear frecuentemente. Aún así, era capaz de no perder el rastro de Crisold, que haciendo gala de una envidiable capacidad atlética corría unos metros por delante del semielfo. Habían dejado ya bastante atrás la casa de la camarera, y al semielfo le daba la impresión de que le iba a estallar el corazón. El cielo, hasta hacía poco en nocturna oscuridad, empezaba a cobrar un tono más pálido, antesala del amanecer. Flanima no pudo más. Se detuvo, tratando de llamar la atención de Crisold con ahogados gruñidos y torpes aspavientos. Ésta, en un momento dado, giró la cabeza y contempló al semielfo detenido. Se paró, sorprendida, y volvió sobre sus pasos hacia Flanima.

- Flanima, ¿estás bien? – preguntó inquieta. – Te veo bastante pálido.

El semielfo, apoyado contra una pared, apenas si pudo alzar la vista hacia la joven. Su mente parecía ocupada en asuntos más perentorios. Y lo inevitable sucedió. Allí, apoyado contra la pared, Flanima empezó a vomitar.

- ¡¡IIIaaaaaarrrgghhhhh!! – Crisol se apartó de un salto. – Joder, Flanima, cuidado.

Los espasmos sacudían el cuerpo de Flanima, conforme las arcadas parecían detenerse. Con el dorso de su jubón se limpió los labios, escupiendo un par de veces, en un intento de eliminar el amargo sabor en su boca. Alzó la cabeza, contemplando a través de una ventana en la pared sobre la que estaba apoyado. Había una vela en el interior de lo que sin duda era un comercio. De repente sus ojos se agrandaron, y su rostro adquirió una indescriptible expresión, como si hubiera entrado en trance.

Crisold, preocupada por la expresión de Flanima, se acercó a la ventana, intentando distinguir lo que había provocado la reacción del semielfo. Lo único que vio fue una extraña armadura, francamente pintoresca. Parecía hecha con las ramas de algún árbol o planta, con un estrafalario casco. No se parecía a nada de lo que había visto hasta entonces. Al pie de la armadura había una extraña espada, de fina hoja, levemente curvada. La empuñadura estaba profusamente labrada.

- La guerra ha terminado. – susurró Flanima.

Crisold pegó un salto, asustada ante la voz del semielfo.

- El traidor ha muerto. Larga vida al Shogun.-

Crisold agarró al semielfo por el brazo y girándole comenzó a sacudirle.

- ¡Flanima, despierta! ¡Reacciona, vamos! -

De repente, los ojos del semielfo parpadearon, y la vida volvió a su rostro.

- ¿Qué? ¿Qué pasa Crisold? ¡Para ya, deja de zarandearme, por favor! -

La muchacha se detuvo.

-¿Qué te ha pasado Flanima? De repente parecía que estabas en otro mundo y farfullabas cosas sin sentido. Todo en cuanto has visto esa armadura. -

- ¿Qué armadura? -

Flanima se giró hacia la ventana, pero un golpe de viento había apagado la vela, así que lo único que vio fue oscuridad. Frunció el entrecejo, extrañado.

- Bueno, da igual. Tenemos que ir hasta el embarcadero del lago. Pero lo haremos a un ritmo un poco más tranquilo. – una media sonrisa se dibujó en su rostro. – Esperemos que los demás estén bien. -

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La celda no era demasiado amplia, lo que suponía un importante inconveniente dado el tamaño de Dehmios y Saqcatios. Éste último se encogía todavía dolorido, agarrándose sus partes nobles con evidente angustia. El guardia hizo girar la llave en la cerradura, cerrando la puerta. Con una última mirada de despreció se fue por el pasillo hacia las escaleras que conducían a la planta de arriba. En una celda contigua, un borracho dormía entre sonoros ronquidos. Dehmios se retorcía su largo bigote mientras contemplaba detenidamente la puerta de la celda, ajeno a los ronquidos del borracho y a las quejas de Saqcatios. Al rato se volvió hacia el guerrero, arrodillándose a su lado.

- ¿Mejor? – preguntó. - ¿Lo suficiente para poder decirme qué coño pasó? -

Saqcatios asintió con la cabeza, aspirando aire repetidas veces.

- Cuando entré en la casa, la guardia golpeaba la puerta con furia. Encontré a Crisold en una habitación, su dormitorio, rebuscando en unos cajones. Con un grito de triunfo sacó unas tijeras que rápidamente guardó entre su ropa. Yo la agarré para sacarla de allí. – Saqcatios levantó levemente la mirada hacia Dehmios, que le observaba con seriedad. – Lo juro, no hice nada más. Y de repente el mundo estalló en mil colores, y....... Dioses, qué dolor. -

- Saqcatios, ¿por qué te golpeó Crisold en los huevos? -

- Por nada en serio. – Pero la mirada de reprobación del Caballero era la mar de elocuente. – Bueno, quizás cuando la agarré para sacarla de allí mis manos....... estooooo........ pues......... exploraron un poco. -

-Lo suponía. Así que te lo tenías bien merecido. Ojalá haya terminado para siempre con tus ganas de joder en los momentos más inoportunos. – Saqcatios puso una expresión ofendida y pareció que iba a replicar, pero el Caballero no le dejó.- Por tu culpa nos encontramos en este lío. A ver cómo conseguimos salir de esta. -

Mientras terminaba la frase oyeron pasos descendiendo por la escalera. Al momento una oscura figura apareció ante la celda. Era nuestro viejo conocido, el de la laringitis del copón. En silencio, ante la celda, contemplándolos desde la profundidad de su oscura capucha, era una figura francamente amenazadora. El silencio se habría apoderado de la escena, de no ser por los estruendosos ronquidos del borracho. La oscura figura giró la cabeza hacia el borracho, visiblemente molesto. Enojado, hizo una seña a uno de los guardias. El guardia, presuroso, abrió la puerta de la celda y agarró al borracho del pescuezo. Éste, sorprendido a mitad de un ronquido, comenzó a ahogarse, por lo que se despertó y comenzó a agitar desesperado los brazos y las piernas. De un empujón, el guardia lo arrojó a los pies de la oscura figura.

- ¡Maldita sea! – dijo el borracho entre toses. - ¿Qué forma es ésta de despertar a un hombre? ¿Es que no tenéis modales? ¡¡Vaya!! Pero si hay dos nuevos inquilinos en este elegante establecimiento. ¿Qué tal chicos? -

Dehmios y Saqcatios contemplaron al borracho. Era difícil determinar su edad, aunque su andrajoso aspecto denotaba que la vida no le trataba muy bien. Su rostro, de inescrutable expresión bien podría ser humano, aunque bien podría no serlo. Y algo extraño se escondía en su mirada. Observó fugazmente a los humanos, con un extraño destello en su iris. La oscura figura agarró con furia al borracho, cerrando su vendada mano sobre su cuello, impidiéndole hablar.

- ¡Silencio, gusano! Basta de estupideces, o te rebano el cuello aquí mismo. Ahora mismo lo que necesito es paz y silencio. Así que duérmete y no ronques. –

Introdujo su mano entre los pliegues de su túnica y extrajo una pequeña bolsita que abrió con cuidado. El borracho comenzó a retorcerse, asustado. La oscura figura introdujo dos dedos en la bolsita y extrajo una pizca de una extraña sustancia. El borracho gemía y trataba de zafarse de la mano que lo sujetaba. El extraño ser espolvoreó la sustancia ante el rostro del borracho. De repente éste dejó de moverse. Ni siquiera se le oía respirar. Con un despectivo movimiento la oscura figura lo lanzó a uno de los guardias, quien volvió a depositarlo en su celda.

- Bien. Ahora tendremos un poco más de paz para poder charlar tranquilamente. – lentamente se acercó hasta los barrotes de la celda de Dehmios y Saqcatios. – Bueno. No hemos atrapado al pequeño ladronzuelo, pero parece que aquí tenemos algo más suculento. – Su voz cavernosa retumbaba en la sala. Su cabeza se detuvo un momento, con la mirada fija en Dehmios. – Un Caballero de Tolandia. Tan al Sur. Ja, ja, ja, ja, ja. ¿Te has perdido, muchacho?-

Dehmios no pudo evitar sonrojarse levemente antes de responder.

- ¿Por qué se nos ha detenido? Nosotros no hemos hecho nada. -

- Mmmmm. Puede que no. Hasta ahora. -

Girándose hacia los guardias les hizo una señal de que se marcharan. En pocos segundos sólo estaban ellos tres, y el inconsciente (o muerto) borracho.

- En primer lugar permitir que me presente. Mi nombre es Figoristes.-

La capucha cayó hacia atrás, revelando una visión aterradora. Un rostro reptiliano apareció ante los dos humanos. Brillantes ojos, afilados dientes y una bífida lengua, cubierto todo ello por verdes escamas. Los humanos retrocedieron hasta la pared, asustados y sin habla. Pero de pronto Dehmios frunció el entrecejo, como intentando concentrarse en algo.

- Un momento. – dijo. – Tu eres un dracomiconiano. – El extraño ser curvó sus reptilianos labios en una maléfica sonrisa. – Pero no puede ser. Desaparecisteis. Hace siglos. No existes.-

Figoristes lanzó una grave carcajada, mientras procedió a girar sobre sí mismo con los brazos extendidos, mostrándose ante Dehmios.

- Demasiado hermoso para no existir, ¿no crees? – dijo.

- Me da igual lo que hagas. – respondió Dehmios. –Yo sé que no existes. Me da igual lo que vean mis ojos, o lo que sientan mis manos. Para mi no existes. Como mucho puedes ser un hechizo que perturba mi mente, pero no existes. Así que no te temo. -

El dracomiconiano dejó de girar, y se quedó mirando sorprendido al caballero.

- Vaya. En verdad los Caballeros sois tan tontos como se dicen. ¿Y tú que opinas guerrero? -

Saqcatios continuaba pegado a la pared.

- Yo creo lo que crea él. Si él dice que no existes, no existes. – El temblor en la voz del guerrero denotaba que le costaba mucho creerse sus propias palabras.

- Ja, ja, ja, ja, ja. Bueno. Da igual lo que creáis. Pronto habréis muerto, pero no antes de haber servido a mis propósitos. Descansad ahora, porque pronto empezará el baile. -

Se alejó de la celda entre sonoras carcajadas, mientras los dos humanos se contemplaban con preocupación.

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Friki Mago

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Algun di con tiempo y paciencia me leere la historia entera...nunca me acuerdo...me quede en el 3 capitulo

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La verdad esta ahi fuera, joven Skywalker


Allegado

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Me cago en la puta, de que me suena esto!
Maldita nostalgia :(

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